Madrid no es como contaban, ni como lo imaginaba.
Con sus chalecos amarillos pululan por las calles los mercaderes del oro,
mientras que pasan a su lado mil y un historias de amores de un día y de amores de una vida.
Con su Oso y Madroño, en cada esquina esconde un poema
y su aire encierra mil canciones que solo algunos se detienen a escuchar.
Por aquí un tablao, por allá el primer capitulo de un libro y el último de una historia real.
Madrid no es como contaban...
entre Atocha y Cibeles hay cielos e infiernos por igual.
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